En una entrada publicada hace algo más de un año (Cinco términos que son tendencia con un sentido discutible) me refería a varia palabras que utilizamos a menudo con un sentido cuando menos discutible, entre ellos dos que quiero traer de nuevo a la encimera de este modesto laboratorio de reflexión — racista y xenófobo—, porque sobre su uso habitual me habían quedado pendientes algunos comentarios.
Racismo y xenofobia
Como allí argumentaba, no es lo mismo odiar o rechazar a alguien por ser de otra raza (negra, asiática, amerindia…) que sentir temor ante una cultura desconocida o ante los hábitos de comportamiento que puedan desplegar personas de otros lugares cuyo origen se desconoce o de las que no se tienen avales sociales. Del mismo modo, conviene diferenciar el rechazo o el odio del temor o la desconfianza cuando no se focaliza en razas o etnias físicamente muy diferenciadas sino en la condición de extranjero.
Por tanto, son dos los factores que debemos distinguir: uno de condición (raza versus extranjería); otro, de consideración (odio o rechazo intelectual versus miedo, aprensión o reticencia).
La condición racial tiene naturaleza diferente a la de extranjero. En el país de cada persona suelen convivir ciudadanos de otras razas, mientras que hay extranjeros (visitantes o residentes) que son de una etnia idéntica o muy vinculada a la propia. Los coreanos pueden sentirse más afines a los chinos o japoneses (salvo quizá por razones de memoria sobre hechos históricos) que a los occidentales del mismo modo que un español o un italiano puede sentirse más cercano a un alemán o a un sueco que a un asiático, incluso aunque alguno de estos presente una cabellera rubicunda muy poco sureña y los de ojos rasgados sean, como ellos, de cabello oscuro. Tachamos así con ligereza de racistas a quienes muestran escasa predisposición al trato con personas físicamente diferentes por razones de origen (étnico o de procedencia), cuando a veces el factor preponderante de la actitud agresiva, despreciativa o reticente es la raza y en otros viene dado por la condición de extranjero.
Cierto: puede darse en una persona la doble apreciación respecto de un congénere: el rechazo indistinto a otro por ser de otra raza, sea cual sea su nacionalidad, o por ser extranjero, dando a estas dos características (se den ambas o no) un mismo sentido, si se considera que quien es de otra etnia no debería habitar el país porque no está en su sitio natural y ocupa un espacio social que corresponde a un autóctono. Por otra parte, el concepto de extranjería no es preciso ligarlo a la nacionalidad: extensivamente (e incluso en su sentido más estricto si pensamos con perspectiva histórica), ajeno puede considerarse al de otra provincia, otra tribu, otro barrio, otro club… Solo si pensamos en términos no locativos —psicológicos o sociológicos— estaríamos entrando ya en el ámbito del clasismo o de las preferencias personales.
Pero la doble condición de xenófobo y de racista no debe llevarnos a confundir ambos términos, porque cada uno alberga en su alma semántica una esencia diferente.
No es esta idea, de todas maneras, la que centra el presente post, porque esa reflexión, de modo muy sintético, ya la hice en la entrada antes citada. Lo que quiero destacar aquí es que yo mismo —como muchas otras personas en nuestros días— utilizo de manera inadecuada o al menos imprecisa el término xenófobo para aludir al odio o rechazo a los extranjeros o forasteros.
Diferenciar xenofobia de racismo no es suficiente para poder presumir de que manejamos ese término con pureza y precisión. Ello me lleva al segundo factor que he comentado: la consideración sobre el otro.
Fijémonos en ese vocablo de origen griego que ya ha salido aquí varias veces como partícula y que es además una palabra con su propio significado consagrado por la RAE en su diccionario:
FOBIA
La fobia, según la Real Academia
La RAE nos proporciona tres entradas para este término:
- FOBIA (en general) — Aversión exagerada a alguien o a algo.
- FOBIA (en el ámbito psiquiátrico) — Temor angustioso e incontrolable ante ciertos actos, ideas, objetos o situaciones, que se sabe absurdo y se aproxima a la obsesión.
- FOBIA SOCIAL (en el ámbito psiquiátrico) — Fobia a situaciones sociales en las que el sujeto se expone a la valoración negativa de su imagen.
Podría criticarse que la RAE:
- Limite la fobia desde el punto de vista psiquiátrico a la que se considera absurda (no dice por quién) y se aproxima a la obsesión (cuando puede entrar directamente en ella).
- Hable de angustia y no de ansiedad (que es lo primordial y más global en los trastornos fóbicos, con un recorrido que puede llevar hasta el pánico).
- Mezcle aversión y temor como si fueran elementos de la misma naturaleza, cuando uno (temor) es más bien una causa que puede producir efectos, y otra (aversión), un efecto de comportamiento a partir de alguna causa.
Pero quedémonos con los elementos más interesantes, sin entrar en la crítica.
La etimología de FOBIA deriva del griego (φοβία: phobia) y significa TEMOR.
La FOBIA:
- Se focaliza sobre objetos, sujetos, ideas o situaciones.
- Puede mostrarse como temor o aversión.
- Produce unos efectos negativos en la persona que la sufre.
Tenemos dos mundos semánticos, por tanto: el coloquial (que implica aversión o rechazo a algo), y el psiquiátrico, que implica un trastorno.
Voy a intentar precisar un poco más.
Fobias: de lo coloquial a lo psiquiátrico
Las fobias en la psiquiatría
Para verle bien los contornos a este término, conviene dar una vuelta por el ámbito psiquiátrico. Pero, con el fin de evitar entrar en el proceloso mundo de la doctrina científica en esta disciplina (terreno que hay que es mejor dejar a los expertos), lo más práctico es husmear en dos catálogos de patología muy utilizados como referencia en la medicina que, aunque no estén exentos de suscitar algunas discrepancias en sus definiciones y descripciones, pueden servir como decantado de la ciencia médica:
- CIE 10 — (ICD: International Statistical Classification of Diseases and Related Health Problems). Es la Clasificación Internacional de Enfermedades establecida por la Organización Mundial de la Salud (OMS). La versión actual es la 10 (y ya se está preparando la 11). Uno de sus segmentos es el referido a los trastornos mentales.
- DSM-5 — (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders). Es la quinta actualización del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, publicado por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA: American Psychiatric Association).
El CIE 10 incluye los trastornos mentales y del comportamiento en su Capítulo V. Dentro de este, los de tipo fóbico se encuadran en la categoría Trastornos neuróticos, trastornos relacionados con el estrés y trastornos somatomorfos.
Por su parte, el DSM-5 engloba los trastornos fóbicos dentro de la categoría Trastornos de ansiedad.
Las explicaciones siguientes están basadas en los contenidos de estos dos manuales, pero no son extractos literales de texto, sino descripciones tal como yo entiendo (los conceptos (completadas en algunos casos), con ánimo divulgativo.
Podemos decir que una FOBIA es un TEMOR o MIEDO INSANO. Se prefiere la expresión TRASTORNOS FÓBICOS a FOBIA, ya que el componente sustancial de la consideración de un conjunto de síntomas como dolencia es que produzcan cuando menos una situación de malestar que provoque problemas en la vida diaria o una reducción de su calidad.
(Yo añadiría, como variante alternativa, que también pueden producir efectos negativos a terceros, ya que en algunos casos el que sufre la fobia puede no percibir malestar alguno sobre sí mismo e interiorizar su consideración hacia otros o hacia bienes u objetos como simple opción subjetiva, pero de momento voy a limitarme a los supuestos de temor que produce un malestar propio).
Si consideráramos una dolencia diferente a las fobias, como, por ejemplo, el trastorno obsesivo compulsivo, debería siempre diferenciarse entre las obsesiones y los comportamientos de tipo compulsivo que no alteran de modo relevante el desarrollo vital ordinario y los que sí inciden en este de modo negativo. Así, por ejemplo, si alguien, temeroso de su tendencia al despiste, comprueba tres veces todas las noches antes de irse a dormir y todas las mañanas antes de salir para acudir a su puesto de trabajo si ha cerrado las llaves del gas y la puerta de la calle, no por ello deberíamos decir que cursa ningún trastorno, por más que a otras personas de su entorno les parezca exagerado ese control repetido. Diferente sería que esa persona llegara a menudo tarde a su oficina o taller porque tuviera que regresar a su domicilio una vez ya en la calle y que necesitara levantarse de la cama muchas noches para confirmar que todo estaba en regla, a pesar de haber protagonizado ya su triple liturgia habitual nocturna y diurna de comprobaciones.
Del mismo modo, incluso las liturgias de algunas religiones pueden incluir movimientos muy repetidos y precisos que parezcan extraños a ojos de los que no las profesan, y estaríamos ante compulsiones conscientes que no revisten ningún problema: son solo mensajes expresados mediante el movimiento, perfectamente respetables. Otra cosa sería que alguien, descuidando sus quehaceres vitales, dedicara casi todo el día a supuestos movimientos místicos que más que litúrgicos serían manifestaciones de un trastorno de compulsión.
En las FOBIAS ocurre lo mismo. Debe haber realmente un trastorno, un malestar vital o una incidencia en la vida diaria que deteriora esta para que podamos hablar de que existen. Los temores leves a objetos, sujetos o situaciones pueden ser consideraciones perfectamente razonables en las personas, aunque otros congéneres disientan de ellas, ya que cada uno tiene su propio intelecto, su peripecia vital, su entorno de influencia, su perfil psicológico y su estilo comunicativo, todos ellos personales e intransferibles.
Las fobias según el CIE 10
De los dos manuales antes citados, el CIE 10 encuadra los TRASTORNOS FÓBICOS, como comentaba, dentro de los trastornos neuróticos, y los vincula a la ansiedad, generada en situaciones concretas o frente a objetos o sujetos (elementos externos al enfermo) que no son objetivamente muy peligrosos al menos en su consideración general.
La ansiedad experimentada puede ser leve pero en algunos casos podría llegar incluso hasta la angustia y el pánico.
La consecuencia es que el afectado evita la situación cuyas consecuencias teme o afronta la relación o contacto con el elemento externo mostrando un miedo que le produce ciertos efectos psíquicos (miedo exagerado, visión de una posible valoración negativa de terceros, imaginación de escenarios desagradables o ridículos, temor a la pérdida de control, imposibilidad de concentración, irritabilidad, llanto …) y/o somáticos (palpitaciones, mareos, arcadas y vómitos, confusión, aturdimiento, dolores corporales, ahogo, sequedad de boca o salivación excesiva, escalofríos, problemas de sueño…), a veces con cierto agravamiento anticipatorio (miedo a los propios efectos que se añaden al temor de base respecto del elemento personal, objetivo o situacional: alguien que tiene miedo a hablar en público al final siente aún más pavor a que se le tuerza la voz, se quede en blanco o sufra arcadas en el escenario que a no tener éxito en la charla).
El CIE 10 diferencia tres grupos de trastornos fóbicos
AGORAFOBIA — Incluye el miedo a los espacios abiertos, a hallarse en medio de una masa de personas o cerca de multitudes, o en recintos cerrados (grandes) en los que no se atisba la salida inmediata…, o a constatar que no existe un modo rápido de dirigirse (huir) hacia un lugar que se considere seguro (el exterior desde recintos cerrados, el hogar desde la calle…). También engloba el temor a hallarse solo en espacios públicos, desconocidos o lejanos, o en medios de transporte. No debe confundirse con el miedo a situaciones sociales o a los recintos cerrados pequeños o estrechos (ya que estos supuestos se encuadran en las dos categorías siguientes).
EJEMPLOS
- No acudir nunca una persona a grandes almacenes o centros comerciales por temor a las aglomeraciones o porque se tiene miedo de sufrir mareos e incluso ataques de pánico.
- Evitar alguien acudir a cualquier recital o espectáculo por miedo a la acumulación de gente en espacios cerrados, que le produce ansiedad en forma de pulso acelerado y sensación de descontrol.
- Necesitar siempre una persona de alguien que le acompañe cuando necesita ir a una zona de la ciudad y coger un transporte público con el propósito de realizar compras o trámites, ya que se ve imposibilitado para moverse y tomar decisiones solo y teme sufrir un desvanecimiento.
- Verse obligado una persona a sentarse siempre en las butacas de pasillo de las filas cercanas a la puerta de salida en una sala de teatro, cine o conferencias, porque en medio de la platea siente agobio y teme sufrir arcadas o sentir ahogo.
FOBIA SOCIAL — Incluye los temores a realizar actos en público o a las relaciones que implican contacto social. Las consecuencias pueden derivar en efectos somáticos y psíquicos ante la situación (pulso acelerado, sudoración, arcadas, vómitos, mareos, dolores de cabeza, sequedad de boca o excesiva salivación, imposibilidad de pronunciar frases con seguridad…) e incluso en un aislamiento final para evitar las experiencias negativas. A diferencia de la agorafobia, no es el espacio físico o quienes lo llenan el factor desencadenante, sino la situación en un determinado escenario vital y la interacción en este con otras personas. Este tipo de fobias pueden corresponder, fundamentalmente, a tres tipos:
- Miedo al juicio de terceros ante una actuación propia en público que supone comunicación (una conferencia, una presentación, una reunión profesional en la que debe exponerse algo, unas palabras que deben pronunciarse…).
- Temor a montar un número de pánico en situaciones en las que uno debe realizar acciones en público aunque no sean comunicativas (como comer en un restaurante, subirse a alguna atracción en un parque…).
- Ansiedad excesiva en las relaciones personales (contactos sentimentales, contactos en grupos de amigos o compañeros de trabajo o estudios, contactos sociales en comidas, cenas o eventos…).
EJEMPLOS
- Alguien experimenta sudoración y vómitos antes de pronunciar una conferencia o un discurso en un evento social (boda, cumpleaños, funeral, aniversario…) porque teme no estar a la altura o quedarse en blanco.
- Alguien cree que si sube a dar una charla se desmayará en el escenario.
- Una persona elude ir a comidas y cenas porque no se siente capaz de mantener un tono agradable y sabe que tiende a aislarse.
- Una persona evita comer fuera porque teme vomitar en la mesa de un restaurante.
- Alguien está siempre aterrado cuando debe acudir a alguna fiesta o encuentro social porque teme marearse al tener que moverse entre gente deambulando con copas en la mano.
FOBIAS ESPECÍFICAS — En este apartado se incluyen los trastornos de ansiedad que vienen producidos por sujetos u objetos concretos externos al afectado. Son las características de una persona, un objeto (sustancia, material…) o alguna de sus características, o un espacio los que producen el temor que deriva en ansiedad, con efectos somáticos y/o psíquicos, o posibles comportamientos de elusión. Aquí no es ya un miedo al juicio de otros, como en la fobia social, sino al propio elemento externo, del que se temen efectos negativos directos (violencia, picaduras, mordeduras, envenenamientos, agresiones, conspiraciones, errores médicos, accidentes, derrumbes, lesiones, violaciones, amenazas, estafas, robos, dominación…) o que produce directamente sensaciones desagradables aunque sean infundadas (falta de oxígeno, falta de visión, carencia de espacio, incomodidad, desvalimiento, aislamiento, desconexión…).
EJEMPLOS
- Miedo a entrar en un ascensor o en un túnel.
- Miedo a los hospitales o a los médicos.
- Terror ante las arañas o las serpientes.
- Miedo a volar en avión o navegar en un crucero.
- Miedo a conducir un automóvil o a ir como pasajero.
- Miedo a relacionarse con extranjeros de países no occidentales.
- Temor a contactar con mujeres o con hombres (miedo a agresiones o dominación, no a la propia relación social).
- Pánico a los perros o a los gatos…
Como se ve, hay varios efectos posibles de estos trastornos de ansiedad fóbica:
- Los psíquicos o somáticos, si se da la situación o contacto con el elemento o es inminente.
- Algunos psíquicos o somáticos, por anticipación (al acercarse ese contacto o situación, por ejemplo, por haber aceptado el encargo o invitación o verse como próximo el contacto con el elemento).
- La elusión del comportamiento, para evitar los efectos psíquicos o somáticos que o ya se han experimentado en el pasado en situaciones equivalentes o se estiman probables aunque no se hayan sufrido.
Las fobias y el DSM-5
Aunque existe un proyecto de ir armonizando gradualmente las clasificaciones, codificación y nomenclatura de los manuales CIE y DSM (se prevé un avance sustancial para cuando se publique CIE 11), presentan algunas diferencias.
DSM-5 define el trastorno mental como un síndrome caracterizado por una alteración clínicamente significativa del estado cognitivo, la regulación emocional o el comportamiento del individuo que refleja una disfunción de los procesos psicológicos, biológicos o del desarrollo que subyacen en su función mental. Suele ir asociado a un estrés significativo o a una discapacidad social, laboral o de otra actividad.
Es preciso que el trastorno provoque un malestar significativo. No es trastorno, según este manual, una simple respuesta predecible ante un conflicto (sea cual sea la opinión que nos merezca) o un mero comportamiento por anómalo que pueda considerarse cuando no derivan de una disfunción del individuo. Tampoco hay que confundir un trastorno mental con cualquier discapacidad que pueda producir un desequilibrio en la actividad social o laboral, por más que esta pueda derivar del primero.
Precisa el DSM-5 que:
- El miedo es una respuesta emocional a una amenaza inminente, real o imaginaria, mientras que la ansiedad es una respuesta anticipatoria a una amenaza futura.
- Ambas respuestas pueden solaparse, pero también se pueden diferenciar, estando el miedo frecuentemente asociado a accesos de activación autonómica necesarios para la defensa o la fuga, pensamientos de peligro inminente y conductas de huida, y la ansiedad más a menudo se asocia con tensión muscular, vigilancia en relación a un peligro futuro y comportamientos cautelosos o de evitación.
- A veces el nivel de miedo o ansiedad se ve reducido por conductas de evitación generalizadas.
- Los ataques de pánico se presentan principalmente con los trastornos de ansiedad como un tipo particular de respuesta al miedo (aunque también pueden ser observados en otros trastornos mentales).
- Los trastornos de ansiedad se caracterizan por ser excesivos y generalmente persistentes, lo que los diferencia de las experiencias de miedo o ansiedad normal propios del desarrollo vital ordinario.
- Cada trastorno de ansiedad se diagnostica sólo cuando los síntomas no son atribuidos a los efectos fisiológicos de una sustancia o medicamento u a otra afección médica, y no se asocian mejor a otro trastorno mental.
Dentro de los trastornos de ansiedad, el DSM-5 incluye varios tipos: entre otros, los debidos a la separación, las fobias específicas, la fobia social y la agorafobia, que son los más coincidentes con los que denominaba el CIE 100 como trastornos fóbicos.
Vemos, por tanto, que no hay grandes diferencias en la clasificación con la del DSM-5.

TRASTORNO DE ANSIEDAD POR SEPARACIÓN — Miedo o ansiedad excesivos, inapropiados para el nivel de desarrollo del individuo, que derivan de la experiencia de separación de aquellas personas por las que siente mayor apego o de la idea de que podría perderlas o verse alejado de ellas. El trastorno puede llevar a que se evite salir de casa y estar solo, o a que se produzcan pesadillas o pensamientos negativos centrados en la separación.
FOBIAS ESPECÍFICAS —Excesivo miedo o ansiedad intensa y desproporcionada (y generalmente inmediata) producidos por un objeto, sujeto o situación concreta. Puede ocasionarlos la confrontación con el elemento o con algo que lo evoque o incluso darse por anticipación, y derivan en ocasiones de experiencias traumáticas con ese tipo de elemento. Los elementos (estímulos fóbicos) más habituales son los siguientes (la lista es mía, que completa la muy breve indicada en el DSM-5):
- Algunos animales (arañas, serpientes, insectos, perros, aves, roedores…).
- Ciertos accidentes naturales o ubicaciones en edificios (terrazas, áticos o miradores en alturas, precipicios, truenos, rayos, lluvias intensas, vientos…).
- Acciones médicas o sustancias corporales (sangre, inyecciones, batas blancas, hospitales…).
- Espacios con agua (piscinas, ríos, lagos, mares…).
- Acción de tragar y beber (cuando no deriva de miedo social).
- Lugares cerrados estrechos o sitios oscuros (ascensores, túneles, pasadizos, escaleras angostas, desvanes, sótanos…, cualquier estancia tras un apagón…).
- Lugares solitarios (garajes, descampados, edificios vacíos, calles por la noche…).
- Personajes estrambóticos disfrazados (como payasos, cabezudos, gigantes…).
- Personas con atuendos considerados desastrados por el afectado (mendigos, personas sucias o mal vestidas…) o con una imagen agresiva (gente de aspecto patibulario o muchos tatuajes…).
- Desconocidos, en general, en encuentros fortuitos (cruce o cercanía en calles, ascensores, vestíbulos, garajes…).
- Personas identificadas como de otras razas o culturas lejanas o no occidentales.
- Acciones arriesgadas que requieren dominio propio (como conducir vehículos, circular por carreteras con mucho tráfico, de doble dirección o con circulación continua de grandes camiones…) o dependencia de otros (como ir en automóviles de pasajero o en autocares por carreteras).
- Desplazamientos en medios no terrestres (aviones, barcos…)…
TRASTORNO DE ANSIEDAD SOCIAL (FOBIA SOCIAL) — Miedo o ansiedad intensa que se produce en situaciones sociales en las que el individuo está expuesto a la posible valoración por parte de otras personas. Puede producirse ante interacciones sociales (conversaciones, diálogos en comercios, encuentros privados o íntimos…), por miedo a ser observado (al comer o beber en un restaurante, en un momento playero…), por tener que protagonizar un acto en público (charlas, presentaciones, conducción de reuniones, discursos en eventos sociales…). El miedo o la ansiedad pueden derivar de la confrontación con el acto o situación o por anticipación (al ver inevitable o cercano ese momento), y a menudo la persistencia de los síntomas genera conductas de evitación.
AGORAFOBIA — Miedo desproporcionado que se produce en el individuo ante el uso de transportes públicos o por estar en espacios abiertos o recintos cerrados, en colas o en medio de multitudes o fuera de casa solo. El temor producido da lugar a que el afectado viva esas situaciones con miedo o ansiedad intensa, con algunos de los efectos derivadosde esta, o que requiera la presencia de un acompañante para afrontarlas, o que las evite para no experimentar ese malestar.
La esencia de una fobia
Tras este paseo superficial por la clasificación de los trastornos fóbicos, tal como se contempla en los documentos CIE 10 y DSM-5 (con muchas coincidencias), es el momento de hacer una pequeña recapitulación (extraer unas ideas clave) antes de lanzar la reflexión sobre el uso terminológico que damos a alguna de esa fobias, que adolece con frecuencia de una gran vaguedad.
- La fobia se focaliza sobre un objeto, sujeto o situación (elemento que actúa como inductor fóbico).
- Ese elemento produce en el individuo un miedo o ansiedad que resulta desproporcionado teniendo en cuenta su perfil psicológico, edad y desarrollo, y el mal que objetivamente puede esperarse de ese elemento, lo que le causa un malestar.
- Ese malestar debe ser persistente (no solo ocasional): debe repetirse al afrontar el contacto con mismo elemento.
- El malestar puede producirse al contactar con el elemento (presencialmente o incluso de modo virtual: en fotografía, reportaje, vídeo, cine…) o por anticipación, al prever ese contacto aún no producido (por estimarlo cercano o ser inminente).
- Ese miedo y ansiedad pueden producir:

— Efectos psíquicos (ideas anticipatorias, previsión desmesurada de escenarios negativos, obsesión, desconcentración…)
— Efectos somáticos (sudoraciones, palpitaciones, pulso acelerado, salivación excesiva, sequedad de boca, arcadas, vómitos, confusión, mareos, pérdida de control, aturdimiento, dolores corporales, ahogo, insomnio…)
— Comportamientos elusivos (de evitación de una actividad como prevención para no caer en esos efectos (no salir de casa, declinar invitaciones…) o el requerimiento de compañía para tareas que en principio no la necesitarían.
Los efectos suelen conllevar inconvenientes en el desarrollo normal de la vida profesional (falta de puntualidad, bajo rendimiento, dificultades para el trabajo en equipo, mala comunicación, pérdida de oportunidades de ascenso, absentismo…) y privada (pérdida de amistades, fracaso en relaciones personales, desplome de la vida social, truncamiento de proyectos, desaprovechamiento de oportunidades, aislamiento…).
Continúo la reflexión en el siguiente post.