Errores habituales en la comunicación política (3): personales

Aquí va la tercera parte de esta lista de errores de comunicación política. En este caso, enumero desaciertos generales del político que no van ligados a una acción comunicativa concreta en un determinado escenario (debates, entrevistas, conexiones, ruedas de prensa…) ni derivan de fallos en la preparación o estrategia que se cocina en las áreas de comunicación y los gabinetes, durante los mandatos y legislaturas o en tiempos electorales. Califico los ejemplos expuestos como errores personales porque, aunque algunos se parecen a otros ya mencionados en los dos posts anteriores, ahora responden a tendencias, querencias, maneras, actitudes y manías reiteradas que día a día van creando en la ciudadanía opiniones negativas sobre el cargo público, representante o candidato. Además, como cierre, añado una reflexión para puntualizar que algunos errores manifiestos producen efectos negativos poco relevantes y que existen otros que, pareciendo inicialmente desaciertos, no solo no acarrean perjuicios sino que pueden reportar alegrías inesperadas. Y como empecé con patos y continué con gansos, ahora es el turno de los cisnes.

Errores habituales en la comunicación política (2): en escenarios

Prosigo con la lista de errores habituales en la comunicación política. En esta segunda dosis, me centro en los que se cometen cuando un cargo gubernativo, representante de parlamento, concejal o miembro de la dirección o la portavocía de un partido tiene que acudir a un medio (prensa tradicional o digital, televisión, radio, canales de vídeo…) o realizar un acto de partido o institucional. Cualquiera de esos escenarios, ligado siempre a un formato de comunicación y a unas reglas escritas y unos usos de la profesión, crea un riesgo o incertidumbre en quien lo protagoniza como oficiante o invitado. Aquí se hace un repaso rápido a momentos muy distintos: sesiones parlamentarias, debates, ruedas de prensa, entrevistas, declaraciones improvisadas, programas distendidos… Durante la actuación, el político puede incurrir en desaciertos diversos por acción u omisión que deriven de actitudes poco adecuadas, desconcentración, falta de habilidad, deficiente comprensión de los formatos…, pero también de fallos de preparación o estrategia. La lista sigue siendo abierta, e incluye errores con posibles efectos negativos que no siempre tendrán la misma relevancia.

Errores habituales en la comunicación política (1): de estrategia y preparación

La política es una actividad muy exigente en lo comunicativo. Obliga a presidentes, ministros, consejeros y técnicos de gobiernos, a miembros electos de parlamentos y municipios y a dirigentes y portavoces de partidos a estar en relación con los medios que canalizan la información y la opinión, así como a danzar en multitud de actos, de partido e institucionales, pronunciando discursos, lanzando mensajes, participando en debates, respondiendo a preguntas y declaraciones, reaccionando a hechos y noticias… Estas agendas intensas, a veces infernales, mueven a los políticos a una exposición continua ante la sociedad, obligándolos a dar la cara tanto en campo propio o afín como en territorio neutral o enemigo. En esta rueda que nunca para, pueden cometer errores tanto el propio protagonista como sus compañeros de partido, pero el desacierto a veces hunde su raíz en una actuación insuficiente de los gabinetes, áreas de comunicación o equipos de campaña. En esta entrada dirijo el foco hacia el riesgo de cometer errores en la comunicación política. Dentro encontrarás sobre todo una lista. Y patos. Muchos patos.

La política en la era de los medios, los canales y las redes

En el actual panorama de la comunicación, cooexisten los medios tradicionales —TV en abierto, prensa impresa y radio— con el pujante mundo de Internet —prensa digital, blogs, canales de vídeo, medios sociales…— y con la television de pago. En una contienda feroz por el consumidor o visitante, se busca la noticia al minuto y, si no se encuentra, se promueve. Unos medios dan resonancia a otros, y muchos actos presenciales persiguen solo el eco mediático. Por las redes de los medios sociales circula la desinformación y la opinión sesgada, cuando no la grosería y la infamia. Y las noticias y sus sucedáneos o excrecencias ya no se transmiten, sino que se contagian. Si añadimos que el espacio de las ideas se está polarizando en todo el mundo, queda claro que la política ya no puede desarrollarse del mismo modo que hace unas décadas. Aunque el servidor público o candidato disponga de una buena panoplia de habilidades comunicativas, lo tiene ahora más difícil que nunca para reflexionar, exponer sus propuestas y diferenciarse. Por ello, el apoyo de un buen equipo de comunicación resultará decisivo para que pueda sobrevivir políticamente a mandatos, legislaturas y períodos electorales.

¿Es factible la excelencia en la comunicación política?

Dicen que un poeta estadounidense dijo —y quizá un famoso político alemán repitió—, sobre las leyes y las salchichas, que lo mejor es no saber cómo se fabrican. Lo que los ciudadanos sabemos de cómo se hace la política no es mucho. Vemos el resultado —leyes, reglamentos, decretos, órdenes—, y asistimos por los medios a algunas sesiones parlamentarias o comisiones de investigación. Pero en realidad, de la factura real de la política tenemos una escasa idea, porque nuestra relación con esta consiste en meter un voto en una urna, a veces, y escuchar declaraciones, a todas horas. Si tuviéramos que calificar por sus conocimientos técnicos a los políticos, lo tendríamos difícil, pero puntuarlos por su habilidad ante los micros resulta más fácil. Los hay con mayor y menor facilidad de palabra, mejor o peor didáctica, simpatía más o menos evidente, mayor o menor credibilidad… Pero casi todos tienen algo en común: se les nota al hablar que son gente de la política y cometen errores que parecería posible evitar. Posible sí; fácil, no. Porque las agendas políticas son muy exigentes y se pone difícil aspirar a la excelencia comunicativa. Difícil, pero no imposible.

Tiempos, ámbitos y personajes en la comunicación política

Este post me sirve para iniciar una reflexión sobre un tema del que aún no había hablado en este blog, la comunicación política: lo que supone hablar y escribir en este campo de actividad tan expuesto hoy en día a la atención de los medios. La politica se desarrolla tanto en segundo plano como de cara al público, en gobiernos y parlamentos, en asambleas y consistorios, en comités y ejecutivas de partido, en gabinetes y despachos, en salones y pasillos, y en los medios. Algunos actos son más observados que otros, pero hoy, casi todo lo que se dice y se hace en política, e incluso lo que se omite, se mira, se oye, se analiza y se utiliza con objetivos muy diversos. Informar, ilustrar, y facilitar que lo complejo se entienda son algunos de los fines de esta fiscalización, pero también se busca llenar programas de radio y televisón, ganar guerras de audiencia, servir a causas ideológicas, batallar en la arena política, captar votantes… Y están además los medios digitales y los sociales, esa insondable red que busca visitantes. En el escaparate de la politica, el esmero en la comunicación resulta crucial para no fracasar en esta actividad.