Estamos en la tercera década del siglo, inmersos en una coyuntura de cambios trascendentes en diversos órdenes.
Nuevos valores se juntan con viejos vicios; vuelven algunos modos pretéritos de hacer política; muchas economías estatales dependen de ayudas de instituciones monetarias y de la inversión de fondos; déficits y deudas se disparan; el mundo laboral se precariza…
La tecnología lo domina todo y muchas actividades se robotizan; urge readaptar los modelos productivos a las nuevas exigencias de la revolución digital; la actividad de las oficinas se disemina por despachos y domicilios en trabajos remotos…
La oferta y la demanda de materias y productos se desequilibran; vuelve la inflación; se complica la llegada de crédito a las empresas; la banca continua su drástica transformación eliminando sucursales y empleos; entran en crisis algunos mecanismos logísticos; el futuro energético se vuelve nebuloso por bandazos de estrategia o acelerones prematuros que elevan costes…
Se intensifican los esfuerzos para reducir la pandemia y mantenerla controlada como si fuera una gripe estacional sin que se disuelva aún el miedo a mutaciones que traigan nuevas oleadas…
A pesar de todo ello, conviene no caracterizar el panorama actual como catastrófico, y menos si lo comparamos con algunos tiempos pasados —cualquier enumeración así, sesgada a lo preocupante, hurtando lo positivo, que también lo hay, nos sugerirá siempre cierto dramatismo—, pero sí deberíamos ser conscientes de que vivimos tiempos de incertidumbre y cambio.
Sobre todo ello reflexioné en los dos post anteriores (La empresa y los nuevos roaring twenties: 36 propuestas), en los que además prometí algunas sugerencias. Ha llegado el momento de compartirlas.
No es mi intención aquí sentar cátedra, adoctrinar con mensajes profundos vestidos de consejos lúcidos o lanzarme al vaticinio. El propósito es más humilde: reflexionar. Lo que sigue son solo reflexiones, compactas y sintéticas, expuestas como chispazos con un deliberado estilo retórico, confeccionadas con el criterio intelectualmente menos meritorio que existe —el sentido común— y dirigidas a sugerir el abandono de tópicos, simplezas, rémoras, rutinas, inercias y patrones injustificadamente recurrentes en la actividad de los negocios.
Me fijo para ello en la parte más tangible de la vida de las organizaciones —objetivos, criterios, planes, acciones, relaciones, contrataciones, comunicaciones…— y lo impregno con esos principios que quienes me conocen saben que, aunque no impongo nunca a los demás, siempre priorizo: previsión, flexibilidad, rapidez, sencillez, austeridad, artesanía, autonomía, singularidad, especialización, sustancia, innovación, sinceridad, asertividad, sentido crítico, transparencia, ética, cortesía y elegancia, puesto todo al servicio de la rentabilidad.
Como decía en el texto de introducción, esto es como una bandeja de bombones —cada uno es una visión rellena con alguna sugestión formulada como espíritu, valor, actitud, objetivo, criterio… y adornada con una línea final de actuación, como consejo o invitación—, o, visto de otro modo, como un pase de modelos en el que se exhibe por la pasarela un conjunto de concepciones y sugerencias.
36 propuestas de presente y futuro para la empresa
Lista de propuestas
1 — CERTIFICAR LA INCERTIDUMBRE.
2 — SURFEAR LA VOLATILIDAD.
3 — ENTRENAR LA REACCIÓN.
4 — DISEÑAR PLANES B Y PLANES B DE LOS PLANES B.
5 — CREAR PROTOCOLOS, PROTOCOLOS, PROTOCOLOS…
6 — MONITORIZAR EL GAP EN TIEMPO REAL.
7 — HACER DE LA AUTOFORMACIÓN UN ESTADO MENTAL.
8 — ELIMINAR DE LA SELECCIÓN LOS FILTROS DISCRIMINATORIOS.
9 — BUSCAR SOLO TALENTO Y RETENER SOLO EJECUTORIA.
10 — CONVERTIR LOS NOVICIADOS EN ELIPSIS NARRATIVAS.
11 — EXPRIMIR EL TALENTO SIN EXPRIMIR EL ALMA.
12 — TRATAR LA INFORMACIÓN CON ARTES DE SOMMELIER.
13 — EXPLOTAR A FAVOR EL RIESGO DE LA TRANSPARENCIA.
14 — USAR PREGUNTAS Y CRÍTICAS COMO HERRAMIENTA CONSTRUCTIVA.
15 — AUSPICIAR ESPACIOS PROPICIOS A LA BUENA CONVERSACIÓN.
16 — EVITAR DISPENDIOS DE ENERGÍA EN PIROTECNIA INTERNA.
17 — CANCELAR NICHOS Y BIOTOPOS EXÓTICOS AL ECOSISTEMA.
18 — ABANDONAR LA PLEITESÍA A VICIOS, TÓPICOS Y TENDENCIAS.
19 — RENUNCIAR A LA TERMINOLOGÍA HUECA DE POSE Y ESCAPARATE.
20 — ELIMINAR CARGOS Y ROLES Y DAR PISTA A FUNCIONES Y MISIONES.
21 — DESISTIR DEL CASTIGO A LOS JEFES Y LA ADORACIÓN A LOS LÍDERES.
22 — ENTENDER QUE NI LA ÉTICA ES UNA MODA NI LA RSC ES MARKETING.
23 — MODULARIZAR PROYECTOS Y PROYECTAR MÓDULOS.
24 — TANGIBILIZAR LA CONSULTORÍA.
25 — CONSIDERAR LA SINGULARIDAD UN RETO CONTINUADO.
26 — HACER DEL NEGOCIO UNA ZONA LIBRE DE PLAGIADORES Y RECICLADORES.
27 — RENUNCIAR A LA VENTA EMOCIONAL DESCONECTADA DE LA OFERTA.
28 — DEJAR DE ALQUILAR AL FAMOSEO PARA LANZAR MENSAJES DE EMPRESA.
29 — DAR SUSTANCIA A LAS ESTRATEGIAS Y ACCIONES DE APOYO Y AYUDA.
30 — APOSTAR POR UNA COLABORACIÓN BASADA EN EL TRABAJO INDIVIDUAL.
31 — METER AL CLIENTE EN LOS FOGONES Y ESCAPARATES DE SU PRODUCTO.
32 — CREAR SOLO NECESIDADES QUE NECESITAN SER CREADAS.
33 — CONQUISTAR TERRITORIOS AL MODO OKLAHOMA.
34 — SIMULAR LA ESCENA CORPORATIVA ALLÁ DONDE PROCEDA.
35 — APOYARSE EN INTELIGENCIAS QUE NO SEAN ARTIFICIOSAS.
36 — COMPRAR Y RENOVAR EL ABONO AL FESTIVAL TECH.
Propuestas 1 a 3
De cuando en cuando sentimos que nos invade la incertidumbre y otras veces creemos instalarnos en un mundo de certezas. Pero es una ciclotimia solo aparente. El entorno es siempre cambiante y la adaptación ha de ser perenne. Quienes aman las expresiones tópicas insisten mucho en lo del entorno VUCA, pero ahora quizá tiemblen más ante los entornos VULCAN y su lava incandescente. La pandemia no ha sido novedad: nos visitó en parecidos años del pasado siglo, asociada a una salvaje guerra de trincheras y gas mostaza. Aplacada la dolencia y finiquitada la contienda, se lanzó una década de locura dineraria que acabó estampada contra la burbujeante crisis que arrasó a limpiabotas bursátiles y a magnates expansivos, pícaros de la plusvalía y el endeudamiento. Y es que la incertidumbre, aunque a veces se tome vacaciones, no es un turista: se empadronó con nosotros ya hace muchas décadas. A veces nos trae discretas sorpresas que se cuelan en nuestro destino como enemigos en la niebla y otras nos brinda grandes imponderables que nos sueltan un cachetazo en los morros y nos dejan tumbados mirando al cielo sin saber si lo que vemos son pájaros o estrellas.
Como la presente era de cambios tecnológicos continuos impactando a pie de obra y de paradigmas que duran lo que las modas textiles a finales del XX va a durar unos cuantos años más, ya no hay excusa. Las organizaciones tienen que asumir que deberán estar siempre en modo alerta, con orejas tiesas, antenas estiradas y radares encendidos, con medidores de meteorología y sensores de sismicidad monitorizando el entorno, seleccionando respuestas y valorando sus efectos, dispuestas a desafiarse, purgarse, completarse y rearmarse, a erizar el lomo, enseñar las encías, apretar músculo y cambiar rumbos siempre que se tercie. Los tiempos de estabilidad se están acortando y lo preponderante es ya, de todas todas, el rodeo, una hípica continua de coyunturas, incidentes y contradicciones.
SUGERENCIA — Mantener un estado de tensión profesional continuo con sensores y medidores encendidos que permita a áreas y equipos, como impulsados por un resorte, activar con rapidez análisis, diagnósticos y planes de acción siempre que se precise un cambio o una adaptación.
Si con alquimia retórica convertimos un oxímoron en pleonasmo dando certeza a la incertidumbre, hay que aprovechar esas olas, mareas, badenes, peraltes, rampas y demás eventos o espacios sinuosos —previstos o atisbados al doblar la esquina— para tomar impulso y ganar velocidad. Como en el surf: dominar la ola pero dejar que te lleve. Como en la cesta punta o remonte: lograr que la pelota entre en la canasta para que su curva potencie el disparo. Como en el judo: aprovechar el impulso del adversario para tumbarlo. En el contratiempo está la simiente de su remedio. La reacción debe diseñarse buscando que la debilidad del problema, la oportunidad que aflora en su esencia o la flaqueza coyuntural de los propios recursos alimenten de energía la solución, le insuflen puntería y contribuyan a hacerla persistente hasta lograr el éxito. Y eso requiere atreverse a ser continuo médico y paciente de un doble trasplante: hacer de la necesidad virtud haciendo de tripas corazón.
Toda organización que se precie debe acostumbrarse al reto de analizar problemas, generar diagnósticos y granizar ideas a través de tormentas sorpresivas a fin de convertirlas en ingredientes de una gastronomía de soluciones rápidas: materia prima cold para una cocina hot que nos parezca cool y sea totalmente fast pero tenga opciones a ganarse su star. Una cultura del zafarrancho, que, jugando a los oximorones, debe incardinarse en un ambiente de calma, serenidad, atención, expectativa, concentración y ánimo creativo. La barra de bomberos, virtual en medio de la oficina, real en medio de nuestra mente, siempre limpia, pulida y disponible para llevarnos rápidos a la rampa de lanzamiento.
SUGERENCIA — Observar y analizar la realidad en todo momento, sabiendo que en las tripas del problema, obstáculo o conflicto encontraremos la mayoría de las instrucciones que deben permitir diseñar sin tardanzas los retos y planes dirigidos a solucionarlos, neutralizarlos o soslayarlos.
Los gurús del fútbol sostienen que «la jugada de gol no se busca, sino que se encuentra». Es común a este deporte que se entrene a fondo para conjurar la incertidumbre de cada minuto de juego: la pericia en toques, movimientos y jugadas que se han ensayado de modo insistente acelera la activación de respuestas y simplifica dilemas mentales. Se diseñan patrones y fórmulas con el fin de que lo planificado dé cómodo albergue a la invención y la desinhiba. No es nuevo. Así improvisan los raperos yanquis desde hace años y los bertsolaris vascos desde hace siglos. Y en muchos espacios de actividad se hacen simulacros de evacuación. En la empresa, lo imprevisto es asunto multiforme: competidores agresivos, malos gobernantes, leyes nefastas, crisis correosas, vecinos invasores, colaboradores desleales, virus tenaces, climas inclementes, catástrofes inesperadas, modas inopinadas, tendencias invertidas, paradigmas mutantes, desfases tecnológicos, hackers atrevidos…, enemigos todos ellos con planes secretos pero rutinas previsibles, o con calendarios imprevistos pero secuelas imaginables.
Las organizaciones que simulan escenarios, hornean criterios alternativos con los que encarar noticias con efectos y se adiestran en aguantes, resistencias, negativas, cesiones, defensas, ataques, adaptaciones, colaboraciones, financiaciones, ajustes… tienen muchas más probabilidades de sobrevivir en tiempos procelosos que aquellas convencidas de que la improvisación se improvisa. Como resulta casi imposible conseguir un manual perfecto de gobierno o hacer que la máquina esté guiada por una lógica omnipotente, será el entrenamiento y la simulación lo que ayudará a optimizar el análisis, acelerar la reacción y empequeñecer los errores en la selección de medidas y contramedidas cuando algún hecho impactante nos sorprenda.
SUGERENCIA — Evitar, por la vía de disolver con antelación toda timidez, ingenuidad e inocencia en el laboratorio, que, ante los imponderables de tipo big one —aquellos que no se sabe si llegarán mañana o en un futuro más lejano, pero nadie duda de que son inevitables—, la reacción constituya una experiencia de primera vez.
En la siguiente entrada, las propuestas 4 a 6.