Evolución, cambios, tendencias, modas, momentos…

Utilizamos muchas veces las palabras confundiendo sus significados o eligiendo solo los que menos las singularizan, dejando que unas acepciones aplasten a otras o invadan las de términos que no las cobijan. Y podríamos decir que es tendencia dar demasiado protagonismo a ciertos vocablos, aunque uno desearía que eso solo fuera una moda pasajera (lo que es un pleonasmo, porque todas las modas son pasajeras).

Esta entrada trata sobre algunos de estos términos. Es un paseo rápido por lo que hay y lo que cambia, por lo que se mueve lenta o rápidamente y por lo que tomamos como referente para inspirarnos, formular ideas o replicarlas.

Cambios, movimientos y preferencias

Generalmente identificamos el término MODA, si no tiene otro contexto, con el diseño de ropa. Hay desfiles de moda, diseñadores de moda (modistas, mal llamados modistos cuando son varones), empresas de moda, ofertas de moda, rebajas de moda… Pero MODA es una palabra con una semántica aplicable a mundos y escenarios muy diversos.

Por otra parte, hay un término al que en la actualidad se recurre de modo reiterado para aludir a un significado muy parecido al citado de la moda textil: la tendencia. Confundimos a veces la moda con la TENDENCIA, y quizá sea porque este último término ha cobrado un poder casi infinito en la literatura social de nuestros días. Hoy parece que todo lo que se hace y dice alimenta su éxito porque es tendencia.

Incluso algunos medios de prensa han creado secciones de Tendencias donde cabe de todo: líneas de ropa, enfermedades, hábitos nutritivos, gastronomía, bebidas, fiestas, drogas, política, modos de comunicación, grupos musicales, cine, feminismo, machismo, agresiones sexuales, modos de robo de la propiedad ajena, urbanismo, animales urbanos, parásitos domésticos, mascotas, guerra, inmigración, cambio climático…, una ensalada en la que se mezcla sin complejos lo que el ser humano imagina y crea con lo que viene dado por la naturaleza, como si incluso los fenómenos meteorológicos, la biología y las pandemias fueran fruto de una preferencia humana o un gusto social.

Ciertamente, tendencia es un vocablo que vive un MOMENTO álgido, pero hay momentos y momentos, e incluso hay algún momento nostálgico que mantiene su conexión con el pasado, el MOMENTUM, así, en latín, aunque hoy en día, curiosamente, sea un término que no encontraremos en un diccionario italiano ni español (sí en uno anglosajón: paradojas de la vida).

No. No es lo mismo la moda que la tendencia, como tampoco estamos en la misma circunstancia si vivimos un momento o un momentum.

También hablamos a veces de los EJEMPLOS, de los PATRONES y de los PARADIGMAS para marcar referentes de lo que hay, de lo que pensamos y de lo que hacemos en un determinado período o momento. Y de ESTADOS, y de los ESTADOS DEL ARTE, para anunciar los puntos de llegada (provisionales) de la evolución, la investigación y la innovación.

Todo, las tendencias y las modas, los momentos y los momentum, los ejemplos, los patrones y los paradigmas, y los estados o los estados del arte —e incluso las QUERENCIAS, que no son tendencias aunque sí marquen inclinaciones—, derivan de los cambios y las decisiones que pueden producirse por la normal EVOLUCIÓN de una disciplina, de una actividad o de la vida misma, o aflorar tras esas sacudidas evolutivas que denominamos REVOLUCIÓN. Pero… ¿qué significa realmente cada uno de estos conceptos? ¿Qué matices los diferencian? ¿Qué hace que una revolución no sea una evolución repetida? ¿Qué línea separa las tendencias de las querencias? ¿Son ilustrativos los patrones o solo lo son los ejemplos? ¿Todo gran momento es un momentum? ¿Puede hablarse del estado del arte de una invención maquinal cuyo diseño no tiene nada de artístico? ¿Toda moda se inserta en una tendencia? ¿O son las modas las que crean tendencias? Si estamos en una tendencia, ¿podemos decir que hay un estado o este implica que se detenga o ralentice la evolución y que no haya gustos dominantes?

Aprieto un poco más la tuerca y sigo interrogándome:

¿Las perneras de pantalones femeninos que nos evocan las manadas de elefantes o los tejanos pitillo de embutido casi imposible son una moda o una tendencia? ¿Las camisas hawaianas y las que llevan cuellos que parecen alas delta ya no son tendencia, son prendas pasadas de moda o constituyen el paradigma de la obsolescencia consumada? ¿Los smartphones son fruto de la evolución o una revolución tecnológica? Trump vivió muchos momentos durante su campaña, pero, ¿cuántos momentum? ¿Que los hombres también lloran es una tendencia o un paradigma? ¿Las noticias falsas y los bulos son un ejemplo de baja calidad comunicativa, un patrón de construcción de información ejecutado con objetivos espurios o un paradigma de la comunicación de nuestros días? ¿Consultar el móvil en todo momento de modo adictivo es una tendencia o un patrón de conducta? ¿Podemos hablar del estado del arte de la telefonía móvil en cuanto a su tecnología o solo refiriéndonos al diseño estético de los aparatos? ¿Cuándo un toro se acerca a las tablas del coso es porque muestra una querencia, evoluciona sobre la arena o se está marcando una tendencia?

Palabras y significados

Veamos los significados de todos estos términos, uno por uno, empezando por los que de manera más general revelan el movimiento y la transformación.

Para no escapar a un mínimo de rigor y mantener la disciplina, me apoyo en el contenido de algunas acepciones del diccionario de la RAE que resultan pertinentes para lo que centra este post —y en algún caso, obligado, en diccionarios de otros idiomas—, prescindiendo de las que son técnicamente muy específicas (de los mundos científico, matemático, náutico, militar…).


EVOLUCIÓN

Consultando la RAE, nos deja estas ideas (que yo resumo):

  • Desenvolverse o desarrollarse una cosa o un organismo, pasando de un estado a otro.
  • Respecto de una teoría o de una idea, desarrollarse o transformarse.
  • Muda (cambio) de actitudes, conductas o propósitos.

Aunque quizá no se diga de modo preciso, la idea del desenvolvimiento y el desarrollo nos dicta que una evolución no es algo rápido, no es un cambio inmediato, aunque una transformación pueda serlo.

Debemos pensar que en una evolución hay diversos factores que influyen en que algo vaya cambiando su forma o su sustancia: no hay un choque transformador, sino que un ente varía por influjos diferentes a lo largo de un período, sea este largo o corto. La evolución es así el curso de un cambio entre un estado y otro: de la sustancia, de la forma, del cuerpo, de la mente, de la actitud, de la visión de algo, del comportamiento, del carácter…

Si nos creemos a Darwin, el ser humano ha evolucionado desde ciertos primates, pasando por los homínidos. Es un cambio muy lento que no para nunca, común a todas las especies vivas del planeta. Supervivencia y adaptación. Claro que hay de todo: la cucaracha ha variado menos en su forma que los simios que se han hecho humanos, y en el Mesozoico proliferaron los dinosaurios de todos los tamaños y aspectos. Lo cierto es que muchas especies nos han ganado a los humanos en dominio del planeta en muchos millones de años, aunque seamos la especie más exitosa (o no, según se mire) en su explotación y transformación.

También evolucionamos los humanos en nuestro pensamiento desde la infancia hasta la madurez. Pasamos de querer salvar al mundo a conformarnos con proteger el nuestro, de ser de izquierdas a ser de derechas, o viceversa, de tomarnos todo a pecho a relativizar, del amor juvenil al amor adulto, de la pasión al afecto y quizá, después, a un nuevo amor otoñal y arrebatado…

En todo caso, no toda evolución ha de ser imprevisible: aunque una idea política seguramente se irá transformando de un modo que no podemos precisar aún —en las evoluciones intelectuales influyen también las tendencias y las modas—, la metamorfosis de una oruga en su crisálida hasta convertirse en mariposa es previsible, al margen de que toda especie pueda experimentar mutaciones en algún momento. Hay evoluciones, por tanto, que trascienden a las especies y son indescifrables mientras otras son de ciclo vital y completan recorridos cuyas fases cambiantes están en buena medida predefinidas.


imagen revolución
Los defensores de las barricadas – Ilustración en la obra ‘La revolución de Julio en Madrid’ de Antonio Ribot y Fontseré – CC BY 2.0

REVOLUCIÓN

En este caso, la RAE nos dice que se trata de un cambio profundo, generalmente violento, en las estructuras políticas y socioeconómicas de una comunidad nacional, o, de modo más genérico, de una acción que implica revolverse, levantarse, sublevarse, o que se realiza con rapidez y profundidad.

Los territorios también evolucionan, en sus dimensiones, fronteras, formas de organización política, leyes…, pero lo hacen muy a menudo con etapas revolucionarias intercaladas que suponen saltos rápidos, forzados, con avances y retrocesos…

Las revoluciones son, así, cambios rápìdos y drásticos, bruscos, muchas veces sorpresivos o de ebullición creciente. Así, hay revoluciones políticas exitosas en el tiempo, como la de las colonias de América, aunque algunas se prolongan en el tiempo aunque no sean exitosas desde un punto de vista ético, como la cubana o la rusa; otras son solo intentos que fracasan, como la primavera checa del siglo XX o las árabes del siglo XXI, y las hay que duran poco —atravesando períodos terroríficos para luego disolverse como azucarillos o vivir regresiones violentas—, pero impactan mucho en la posteridad, como la francesa.

También puede haber revoluciones, por supuesto, fuera de la política, en la ciencia, la industrial la tecnología, el arte, pero no deberíamos abusar de este término para todo lo que nos parezca un cambio rápido y llamativo. Lo recomendable es reservar el término revolución para aquellos cambios en la vida que realmente respondan a adjetivos como los ante utilizados o a otros similares: rapidez, brusquedad, sorpresa, choque, profundidad transformadora, cambio drástico… Visto a posteriori, podríamos pensar que el cubismo fue una revolución en la pintura, pero esa escuela respondería más a una tendencia creativa que a una revolución. En cuanto a los cambios tecnológicos, la mayoría de ellos tampoco encajan bien en el térnino revolución, con indepedencia de que que retóricamente pueda utilizarse esta palabra para enfatizar su relevancia. Las máquinas de vapor, la automoción, el montaje en cadena, la aviación, la computerización o el mundo digital son campos de avance que van tomando protagonismo gradualmente, evoluciones de laciencia y la industria, aunque a veces nos parezca que todo se mueve aceleradamente. Pero los antibióticos si podríamos decir que fueron una revolución en la medicina, y a veces, como pasó con algunas producciones de empresas como Apple, sí podamos hablar de impactos casi revolucionarios en el consumo y los hábitos: los sistemas operativos de interfaz intuitiva y amigable en ordenadores, el cargador de música compactada, el móvil inteligente… En fin, el criterio de uso de este término es opinable.


CAMBIO

No es que este vocablo sea más genérico que los dos anteriores: ocurre que nos habla más del resultado que del proceso, más del final (o fin de fase) de una evolución, revolución, progreso o mutación que del curso de esta.

La Academia lo define como la conversión de algo en otra cosa, a menudo en su contraria, pero no es preciso que sea así: basta que el resultado sea diferente, que arroje alguna variación relevante. Uno puede coger una cosa dejando otra o cambiar su atuendo, pensamiento, actitud, moneda, condición, apariencia, aspecto, imagen, opinión, idea, objetivo, estrategia, táctica, moral, lugar, marcha, rumbo…

También es un cambio el intercambio, cuando se cruzan recíprocamente miradas o reproches o se entregan unos bienes a cambio de otros (en una permuta).

En ocasiones, hablar de cambio es suficiente para reflejar esa variación de lo que se es, se tiene, se piensa o se hace, porque uno no evoluciona solo por el hecho de desplazarse o viajar (lo hará por los influjos que reciba) y resultaría desproporcionado hablar de revolución si uno tira de fondo de armario y se cambia de ropa, por mucho que la decisión sea repentina y se materialice en una radical alteración del look.

Así, al igual que cuando cambia una presidencia, un primer ministro o un jefe de gobierno no calificaríamos como evolución el proceso electoral o la investidura, tampoco debemos entender como revolución que de los resultados de unos comicios salga un nuevo líder del ejecutivo, aunque pueda haberse producido una evolución en el electorado que haya propiciado el cambio y la variación de línea política nos parezca coloquialmente una inesperada revolución. A veces, con hablar de cambio tenemos suficiente.


ESTADO

Además de las alusiones a los países soberanos o federados, como formas de organización política, y a sus niveles máximos de la Administración, y a ciertas unidades de medida o conceptos de retribución, al hablar de estados aludimos a la forma y la sustancia que tiene un objeto o un ente en cada momento. El estado es, por tanto, algo estático aunque siga siendo una realidad en movimiento, es una condición física o psíquica dada en un determinado momento, aunque provenga muchas veces de un movimiento evolutivo, aflore tras un cambio o derive de un hecho que tiene sus consecuencias. Un estado es una instantánea de lo que algo es o muestra en un determinado momento, y un punto y seguido para la evolución, que aunque sea lentísima no se pararará por mucho que nosotros nos detengamos para mirar e ignoremos en ese instante los cambios que continúan produciéndose.

El matrimonio nos da un estado civil. Una espera nos da un estado expectante. Una situación depauperada en cuando a ingresos redunda en un estado económico débil e insolvente. La combinación de moléculas que se agregan tiene como efecto que un cuerpo se presente en estado sólido, líquido o gaseoso. Una presión estresante, intensa y sostenida nos puede ocasionar un estado de enajenación…

Hablamos también de buen o mal estado de un objeto, vehículo o artefacto, de estado de buena esperanza cuando una mujer está embarazada, de un estado de alerta o alarma, del estado de un herido… Si detenemos imaginariamente la evolución, o la revolución, podemos observar el estado.


ESTADO DEL ARTE

robots en industria
Industrial-robots – Foto de ISAPUT – CC BY-SA 4.0

Este concepto no es propio de las lenguas de origen latino: proviene del inglés (state of the art) y se utiliza en varios sentidos, todos ellos conectados por unas mismas ideas: evolución, avance e innovación.

Así, la expresión puede aludir a lo siguiente:

  • Estado actual de una tecnología o industria al que se ha llegado por los avances técnicos logrados. El estado del arte es, en este sentido, la vanguardia tecnológica en una disciplina.
  • Calificación de un bien (artefacto, máquina, programa…), fruto de una tecnología, como ajustado al máximo de innovación, desarrollo y avance logrado en esa disciplina técnica. Así, lo que está en ese estado del arte es lo más puntero, moderno, avanzado, innovador… Es el mismo significado que el anterior, pero ahora focalizado sobre algo muy concreto y no sobre un ámbito o campo de actividad.
  • Actualidad tecnológica que debe superarse para lograr un avance en I + D + i. Es, de nuevo, la idea anterior, pero formulada en este caso en forma de reto, de referente para la mejora técnica, de punto de observación para un benchmarking ambicioso….
  • Base de conocimientos técnicos y doctrinales de una disciplina técnica a partir de los cuales se plantea una visión crítica o un complemento que los desarrolle, por ejemplo, en estudios, tesis, escritos y trabajos académicos, análisis y diagnósticos,

La alusión al estado del arte no debe conectarse con las disciplinas artísticas en lo que atañe a la creatividad, pero sí en lo que tengan de técnica: pictórica, de sustancias y materiales, arquitectónica… De hecho, se habla de estado del arte en el mundo de la ingeniería y la tecnología, pero también del estado de la técnica o del estado de la ciencia.

Por supuesto, en castellano y en otras lenguas latinas hay expresiones que pueden suplir a esta de origen anglosajón, pero no tenemos por qué considerar un sacrilegio utilizarla de vez en cuando. Los idiomas de otras estirpes filológicas no son nuestros enemigos: solo hay que dejar que nos visiten sin que nos invadan. Los términos o expresiones prestados son divertidos condimentos y especias para aderezar nuestra literatura.


PATRÓN

Prescindiendo de la náutica, de la dirección empresarial, de la propiedad inmobiliaria, del gobierno de las fundaciones, del mundo religioso, de los referentes de valor monetario y de la botánica, nos queda el significado que nos interesa: modelo que sirve de muestra para crear o producir otra cosa igual.

Por extensión, podemos hablar de un patrón, no solo en la industria, sino en el normal desarrollo de nuestra existencia. Algunos comportamientos, criterios, perfiles humanos, aspectos físicos o estéticos globales o elementos ornamentales pueden constituirse como referentes atractivos para los demás y ser copiados o inspirar el proceder o el atuendo de las personas.

Hablamos así de que se sigue un patrón, de que un formato es patrón para otros, de que hay que romper el patrón… Patrón se asocia así con otro término, molde, tanto en la industria como en otros campos de actividad, aunque son ideas distintas: el patrón se sigue, el molde se rellena. A veces, no obstante, los patrones se siguen de tal manera que más parece que se utilicen moldes que pautas: un ejemplo son los thrillers que se confeccionan como telefilms para la sobremesa, que replican esquemas similares de trama y combinan los mismos elementos narrativos con tanta aplicación y tan escasa creatividad que parecería que los autores se estuvieran limitando a rellenar moldes ya elaborados.


EJEMPLO

Este término se asocia en buena medida al anterior, aunque ejemplo tiene una mayor amplitud semántica, y expresa un hecho o acción que se propone como algo que debería imitarse o que habría que evitar, o como algo o alguien que, por su proceder, puede ser tenido en cuenta por las personas para seguir su estela, ignorarla o combatirla.

También son ejemplos los elementos, textos, acciones o aplicaciones cuya cita permite comprobar, ilustrar o dar carta de naturaleza a afirmaciones, reglas, criterios, doctrinas, teorías, tipos…

Aunque un ejemplo pueda ser un referente imitado, no es lo mismo que un patrón. No nace solo para ser replicado, sino para ilustrar, demostrar, explicar, modelar, sugerir o representar.


PARADIGMA

Con este término ya entramos en un terreno mucho más movedizo, no tanto en la acepción en que es sinónimo de ejemplo, sino en los otros significados que le dan su mayor lustre semántico.

Además de un ejemplo, con un matiz de representatividad especial, y dejando al margen ciertas acepciones técnicas en lingüística, un paradigma también es una teoría simple o una concepción teórica compleja cuya esencia se acepta sin cuestionarla y que permite fundamentar la resolución de problemas o el avance del conocimiento.

No está de mas decir aquí que, al mencionar eso de que se acepta sin cuestionarla, podría dar la sensación de que estamos invadiendo el terreno de otro vocablo: el axioma.

Un axioma es una proposición que, por su evidencia, se admite ya sin que se precise demostración. También se habla de axioma respecto de aquel principio indemostrable que se da por correcto y sirve como fundamento de otras teorías.

¿Es un axioma que la tierra gira alrededor del sol o se trata de un paradigma científico? ?¿Y la redondez o esfericidad de ese mismo planeta? ¿Y la afirmación de que el espacio es curvo?

La frontera entre el axioma y el paradigma es un asunto de análisis semántico complejo si nos metemos en el mundo de la ciencia, por lo que queda asignado a un futuro post. En el habla coloquial, o al menos no técnica, nos referimos generalmente a un paradigma cuando se trata de algo representativo que es más que un ejemplo y, a pesar de ser un referente tenido en cuenta, es mucho más que un patrón: puede ser una concepción, una teoría, una manera de interpretar una realidad o un elemento cualquiera (persona, objeto, invención…) que en un determinado momento, para una mayoría, se considera el ejemplo, modo, ente o referente más representativo de algo. Así, por ejemplo, la máquina de vapor puede ser el paradigma de la invención que tiene rápidos efectos transformadores de una economía, pero también un partido político emergente puede ser considerado el paradigma del nuevo populismo, una pequeña insurrección en un país ser tenida por el paradigma de los movimientos populares urbanos modernos o una revolución exitosa puede tenerse por el paradigma de los movimientos que nacen de modo justo y mutan hacia el desastre.

Un ejemplo concreto de paradigma (valga la aparente redundancia): la dictadura chilena de Pinochet es el paradigma de los regímenes totalitarios que se desarrollaron en el marco de una economía liberal (algo muy poco habitual en la historia).


TENDENCIA

Se habla de tendencia para aludir a la inclinación o propensión que algunas personas tienen hacia determinados fines o a manifestarse en determinadas líneas o direcciones, aunque también pueden mostrar inclinaciones los animales, las plantas, los objetos, los elementos y componentes materiales…

Pensando en lo humano, se detectan tendencias en las ideas religiosas, económicas y políticas, organizaciones, empresas, asociaciones, instituciones, estados u otros territorios organizados políticamente, escuelas artísticas, concepciones estéticas… Bueno, en realidad son siempre las personas las que crean y siguen tendencias, aunque a veces otros entes y concepciones parezcan cobrar vida propia y la propia historia se nos muestre como un agente autónomo aparente.

A diferencia del concepto de evolución, que define un movimiento de cambio gradual que no necesariamente se orienta hacia una dirección y sentido concretos (al menos de modo observable en el momento presente), la tendencia se muestra cuando aparece como dirección hacia algo que puede describirse y definirse ya. Así, una persona puede mostrar una tendencia hacia el aislamiento, un partido político puede seguir una línea de radicalización, los gustos estéticos pueden denotar una línea de simplificación o de barroquismo…

Tendencia es en nuestros días una de las palabras fetiche, utilizada muchas veces de modo un tanto arbitrario, ya que se la priva de su significado más específico —ese movimiento hacia algo que parece ganar presencia en nuestra existencia o en algún ámbito de actividad—, identificándola con términos que tienen matices distintos, como moda, gustos, hábitos, usos, costumbres, evolución, revoluciones, cambios

Una tendencia es una línea, una dirección, un sentido, pero no una eleccion concreta. Pensemos que es una ruta en la cual usos, modos y modas son paisajes, poblaciones, construcciones, mobiliario, monumentos…, todos diferentes, pero armonizados con los rasgos dominantes de la zona.


QUERENCIA

Esta palabra no se usa socialmente con la misma profusión que tendencia, pero tiene un significado muy singular. Además de una acción de amor o de afección sentimental (que da como resultado un querer, una atracción), la querencia es la inclinación de ciertos seres vivos hacia un determinado lugar. Este puede ser tanto un sitio dentro de un espacio acotado —imaginemos al toro que se dirige reiteradamente hacia una parte del coso durante la lidia o a un animal en su hábitat que tuviera costumbre de acercarse a los troncos de los árboles para dormir— como un lugar geográfico distante (pueblo, ciudad, barrio…al que una persona acaba volviendo, en ocasiones o definitivamente).

Aunque la RAE también incluye acepciones de querencia que presentan este término prácticamente como sinónimo de tendencia, yo soy partidario de primar la semántica más singular de cada término, porque ello da más belleza a la lengua. Por extensión, por tanto, me parece bien hablar de querencia hacia algo que no sea solo un sitio o lugar, pero siempre que el movimiento sea físico o, si es intelectual, implique un acercamiento a algo fijo, que ya existe, definido, tangible, cercano, accesible, objetivo…, y no una simple preferencia o una elección que perfila al sujeto en su modo de ser o de comportarse.

Así, uno puede tener querencia a los espacios en los que hay gente, o a zonas despobladas o despejadas de congéneres, o a volver a localidades ya antes visitadas, o a frecuentar establecimientos, o a acercarse a posiciones políticas… Pero sería menos afortunado hablar de querencia a la ropa amplia, al berrinche, a dormir, a las comidas con mucha sal, a los pasteles o a un determinado cóctel.


MODA

desfile moda 080
Foto ‘080 BCN Fashion Week 2013 40’ – Enric Fradera – CC BY 3.0

Moda, estadísticamente, es un valor que aparece con mayor frecuencia en una serie de medidas.

Si en una puntuación sobre una película, efectuada por espectadores de un festival de cine, del 1 al 5, el número 3 es el que más veces aparece, esa es la moda. Si dos puntuaciones aparecen el mismo número de veces, estaríamos ante una distribución bimodal.

Si en una serie no hay repeticiones, no hay moda.

Aunque esta sea una acepción técnica, es de hecho la misma idea que nos brinda el concepto en sus otras aplicaciones. Así, moda es cualquier uso, modo, hábito o costumbre que está en boga durante un cierto tiempo en algún país, región, ámbito, sector… Es lo que más se repite de un determinado elemento en un determinado ámbito y en un cierto período.

Por supuesto, este término ha adquirido una entidad propia en el campo del diseño de vestimentas. Así, no solo hablamos de ropa de moda o de colores de moda, sino que la propia palabra moda designa a un sector económico: el del diseño, exhibición, distribución y venta de prendas de vestir y de complementos (bolsos, cinturones, gafas de sol, pañuelos, bisutería, joyas, relojes…), incluyendo, por extensión, otros detalles estéticos (piercings, tatuajes…) o bienes de consumo que se valoran además de por su utilidad, por su estética (como la tecnología móvil que basa parte de su atractivo en el diseño).

Es cierto que el término moda parece engullido en estos tiempos por el anterior, tendencia. Así, cuando hablamos de cambios estéticos derivados de las pasarelas estacionales de ropa de temporada, algunos cronistas hablan de tendencias, pero no siempre lo que describen lo son. La tendencia es la tendencia y la moda, la moda. La primera generalmente da lugar a la segunda, o a una secuencia cambiante de la segunda, pero no necesariamente es así.

Por lo demás, la moda puede aludir a gustos muy diversos, no solo estéticos, y extenderse a entes o personas: así, puede estar de moda ciertos modos de hablar, palabras y expresiones muy utilizadas, personajes que están en el candelero, películas que rompen taquillas, autores y directores que se hinchan a vender libros o llevar gente a los cines, humoristas que se hacen omnipresentes, analistas que parecen ubicuos en los medios, citas célebres (ciertas o apócrifas) que todo el mundo parece tener en boca…Y si una moda se eterniza, puede acabar mutando a tópico, aunque generalmente las modas se agotan por la sobreutilización, por puro cansancio visual o auditivo, y duermen el sueño de los justos hasta que retornan, con alguna variante, como ideas retro o, como ‘ está de moda decir,  estilos vintage.


MOMENTO

Un MOMENTO es un lapso o instante (minutos, horas, días, semanas…), especialmente si podemos caracterizarlo por alguna singularidad, por una idea que justifique que se trocee el tiempo para describir lo que sucede o puede suceder en ese período determinado.

Ese elemento singular puede consistir en una acción, una experiencia, un evento, un objetivo, una ocasión, un riesgo…, o el propio hecho de que se trate del tiempo actual que se vive, de la coyuntura que se atraviesa en el presente.

Así, podemos hablar del mejor momento de tu vida, del momento que te espera, de los escritores del momento, de que alguien está en su mejor momento o que para él o ella es su momento, de que debemos aprovechar este momento, de que alguien espera que este momento no se acabe nunca, de esperar hasta dentro de un momento, de que algo pasaba hasta hace un momento, de dejar algo para otro momento, de que estamos ya en otro momento, del momento en que alguien conoció a alguien, de que ha llegado el momento de hacer algo, del momento de la verdad, del momento propicio, del momento presente, del momento político…

Conviene reparar en que alguna de las expresiones anteriores parece invadir significados vistos antes, como los de tendencia o moda. Por ejemplo, los escritores, los actores o los cantantes del momento pueden ser los que están de moda, el momento político puede venir marcado por alguna tendencia ideológica, comunicativa o de comportamiento… Incluso hay alguna acepción que parece acercarse ya al siguiente término, el último que repaso en esta entrada: el momentum. Pero este es un concepto muy peculiar, muy pagado de su singularidad y de su sonido arcaico…


MOMENTUM

En física, el término MOMENTUM define el efecto que la masa y la velocidad tienen en un cuerpo en movimiento, pero, en lenguaje más coloquial, este vocablo se emplea para expresar un impulso o notoriedad especial que una idea, ente o persona consigue en un lapso de tiempo determinado.

El momentum puede aparecer en un determinado momento, incluso en un momento caracterizable por algo, pero no es un momento al uso. Es un tiempo mucho más breve. Una experiencia de auge fugaz que viene dada por una confluencia de varios factores que se presentan sin que hayan sido directamente buscados o premeditados. Como nos enseña el dicho futbolístico sobre la jugada de gol, el momentum no se busca: se encuentra.

No existe una definición del momentum en lenguas latinas, a pesar de que esta palabra no sea sino el término momento en su forma latina, pero sí encontramos una acepción específica en algunos diccionarios de inglés. Recurro al Webster y traduzco directamente las acepciones de momento y de momentum (eliminando las científicas).

MOMENTO

  • Porción breve de tiempo.
  • Período breve de soledad o intimidad.
  • Lapso en el tiempo presente.
  • Periodo de excelencia o brillantez.
  • Etapa o periodo histórico.

MOMENTUM

Fuerza producida por el movimiento o por una serie de eventos.

La idea está clara: el momentum no es el movimiento logrado ordinariamente, sino la velocidad o aceleración extra que coge un cuerpo por la confluencia de su propio movimiento y/o la concatenación de otros factores internos y externos de influencia.

To gain momentum es así coger una fuerza o velocidad añadida en un determinado momento, conseguir un impulso especial.

Algunos partidos políticos viven buenos momentos, pero solo a veces experimentan ese impulso fugaz que llamamos momentum. En España, el partido Podemos tuvo su primer momentum tras su éxito en las europeas de 2014, y probablemente vivió otro en alguna semana por las intervenciones de sus representantes en tertulias televisivas. Posteriormente experimentó otro momentum tras su éxito desbordante como movimiento emergente en las siguientes elecciones generales. En el otro extremo del espectro político, VOX puede que viviera en la segunda mitad de 2018 su mejor momento, pero sus dos momentum más relevantes fueron su mitin de la Plaza de Vistalegre de Madrid, que le dio visibilidad por su éxito inesperado y el eco que consiguó en los medios, y sus resultados en las elecciones andaluzas, que los puso en el campo de juego con mayor representatividad de la esperada.

Sin duda esos éxitos, similares, que los auparon a ser la comidilla nacional durante algunas semanas se debieron en parte a sus propias acciones y decisiones —la organización de mitines, las intervenciones televisivas, las estrategias de campaña, los mensajes contundentes…—, pero solo consiguieron esos impulsos por una concatenación de factores que incrementaron el eco y el impacto.

Aunque la duración de los momentum es escasa, casi pirotécnica (apenas unos pocos días), crean una oportunidad de crecimiento si se aprovechan bien y suelen dejar como herencia buenos momentos algo más duraderos. Eso sí: no siempre se producen: estos acelerones turbo solo se consiguen cuando algo, sea buscado o inesperado, ocurre en el momento oportuno, en el lugar oportuno y ante las personas oportunas. Un día de lluvia, una noticia importante que se cruza en las portadas del día siguiente, una frase equívoca pronunciada en un discurso, un mal día en un debate… pueden restar todo el potencial de que se logre ese subidón y dejar que ese instante sea solo eso: un momento, bueno, malo o neutro.


Ha llegado el… momento de ver, recordar o comentar algunos… ejemplos, como resumen y para diferenciar los términos vistos y reforzar sus matices diferenciales.

Recapitulando…

  • La evolución es el cambio lento y constante de todo lo que existe que no es inmutable.
  • La teoría de Darwin nos dice que el ser humano ha experimentado una evolución desde algunos primates antiguos, y que las especies se adaptan para sobrevivir.
  • También hablamos de la evolución del arte, del evoluciones éticas y estéticas, de la evolución del pensamiento humano, de la evolución de los regímenes políticos, de la evolución tecnológica… La historia no es ni más ni menos que el reflejo de nuestra evolución.
  • Pero no todas las evoluciones son de siglos o millones de años: una evolución puede durar un día, o una vida. como la del individuo desde que nace, pasando por todas las etapas de su ciclo vital (de la infancia a la madurez),
  • Evoluciona todo ente vivo, pero también hay evolución sobre las especies muertas, porque hay vida bacteriana en ellas dipuesta a vivir su ciclo y el deterioro también es una evolución, aunque sea un tanto regresiva.
  • Igualmente evoluciona lo material, mineral, físico y químico: las rocas se erosionan y acumulan capas; la atmósfera se modifica; incluso el sol avanza hacia su previsible destrucción…
  • Las dolencias evolucionan, siguen un curso (cursan, aunque no vayan a clase), como también sucede con los tratamientos.
  • Hay revoluciones políticas, como la rusa, la cubana, la francesa, las americanas…, con éxito duradero o al menos con gran impacto en la posteridad.
  • También hay revoluciones que se dan sobre todo en las normas: los cismas. No es exagerado tratar de revolucionaria a la reforma protestante, a la creación de la iglesia anglicana por Enrique VIII o a la instauración de papados paralelos tras el Renacimiento, aunque su cocina durara meses o años.
  • Hay asimismo contrarrevoluciones normativas y ejecutivas, como el giro hacia el catolicismo de la Reina María Tudor en Inglaterra y la recuperación del dominio protestante por la siguiente monarca Isabel I (ambas hermanastras), o la Contrarreforma global en el catolicismo tras el luteranismo, o el bonapartismo que zanja la revolución francesa pocos años después de su inicio. Algunas revoluciones no son más que vueltas atrás (si para bien o para mal, es opinable).
  • Se producen también cambios drásticos en países que no llegan a ser revoluciones, a pesar de resultar exitosos por alterar su régimen: sería así un exceso hablar de la revolución ucraniana o denominar revolución a ciertos movimientos fracasados como la Primavera de Praga o las recientes primaveras árabes que no pasaron de conatos de cambio.
  • Hay cambios en la técnica que también parecen revoluciones, pero raramente lo son: se llega a los avances tras muchos pequeños pasos adelante. No obstante, de vez en cuando aparece una invención o descubrimiento que lo trastoca todo y podríamos decir que tiene algo de revolucionario: el fuego, la rueda, el teléfono, el ferrocarril, la radio, la penicilina, el ordenador de sobremesa, Internet, el teléfono móvil…
  • Eso sí: cuando uno varía su opinión de la noche a la mañana, no deberíamos decir que eso es una revolución ni que ha evolucionado su criterio: es un cambio, lisa y llanamente, sea de valoración, sea de chaqueta.
  • Hay estados de todo tipo, y no necesariamente políticos: de estupefacción, de shock, de alerta, de excepción… Generalmente son de duración corta, pero otros pueden durar años si hay afecto y amor, como los estados civiles (porque la soltería no lo es) o tener un recorrido casi prefijado, como los estados de buena esperanza. De hecho, los estados no son estadios ni parones: solo instantáneas, miradas detenidas sobre algo que evoluciona.
  • Otros estados, los del arte, no son artísticos sino técnicos, industriales, tecnológicos… No hay un estado del arte en la feria ARCO, pero sí muchos estados del arte en el Mobile World Congress de Barcelona, el Mobile Summit de Madrid o el CES de Las Vegas. Los más esnobs con el bolsillo bien lubricado no se meten un aparato en este como no sea puro estado del arte.
  • También hay estados del arte en muchas tesis y trabajos académicos, como secciones para enmarcar lo ya inventado en el campo que se va a analizar. Una vez expuesto, ya se debe lanzar la aportación priopia, claro está, siempre que el trabajo no sea un plagio.
  • Podemos hablar de patrones de conducta del adolescente, de los que muestran los políticos en campaña, del patrón revelado por los individuos obsesivo-compulsivos, del comportamiento ritual de los asesinos en serie… Son pautas que se siguen, aunque casi nunca sean ejemplarizantes.
  • También hay patrones para el diseño de moda o de maquinaria industrial (son los mapas para el corte de piezas).
  • Tomamos a veces a personas como ejemplos, pero no por ello son patrones: basta con que nos inspiren o nos sirvan para saber lo que no hay que hacer.
  • Los telefilms de sobremesa suelen seguir patrones de trama casi siempre con escasa creatividad: parece que los confeccionen máquinas.
  • Los films italianos sobre Hércules o Maciste podrían calificarse como el paradigma del cine denominado péplum. Ben-Hur o Espartaco lo serían del cine de romanos, de más calidad y menos kitsch. Pero cualquier película de griegos o romanos es un ejemplo de este tipo de películas históricas en las que los personajes llevan falditas o túnicas.
  • La revolución francesa resulta un buen paradigma de los movimientos políticos transformadores y de gran impacto que degeneran rápidamente en el terror y la barbarie, y también de los experimentos en los que quien extermina puede acabar exterminado por su propio invento (que se lo digan al ínclito Robespierre).
  • Siempre dura más una tendencia que una moda. La segunda puede encajar en la primera o surgir independientemente, y una moda puede lanzar una tendencia que dé lugar a otras modas, pero tendencia y moda son conceptos distintos.
  • Que los paisajes urbanos se hayan llenado de prendas invernales acolchadas, que casi todo el mundo se cubra con esa indumentaria que parece confeccionada con trozos de edredones cosidos mostrando globos o michelines —ropa que poco importa si han sido diseñada por una marca de postín o proviene de un mercadillo de barriada— no es una tendencia: es una moda. La tendencia en la que se encuadra esa moda puede ser la de elegir prendas de abrigo muy ligeras, la de dar preponderancia a las prendas de materiales sintéticos o, espero no ser demasiado corrosivo, la de intentar vestir como la masa para sentirse socialmente integrado en esta.
  • De modo similar, que algunas prendas de verano femeninas sean cada vez más breves en tela y más sugerentes en lo que dejan a la vista es una tendencia: el short minúsculo es una moda. Tambien son una moda, en invierno, las botas altas por fuera de los pantalones que sugieren que muchas mujeres parecen dispuestas a invadir Polonia; las botas o botines en lugar de zapatos o los tacones en lugar de calzados planos puede ser una tendencia.
  • En cuanto a los pantalones cortos masculinos para el verano, son ellos mismos una tendencia: que sean estrechos o tengan perneras anchas como tiendas de campaña, que pasen de la rodilla o sean muy cortos, o que acaben en bordes doblados hacia fuera o con dobladillo tradicional cosido son modas.
  • Puede haber también modas dentro de una moda: en los shorts, colores, bordes deshilachados, puntas de bolsillos a la vista, bordados en los bolsillos traseros línea choni…, estén o no dentro de una tendencia.
  • En colores, pueden ser una tendencia los colores claros, o los pastel, o los negros, aunque también esos colores pueden ser solo modas dentro de una tendencia a los diseños alegres o a los severos.
  • Cundo un toro tiene tendencia a irse hacia las tablas o hacia el centro del ruedo, se habla de que muestra una querencia.
  • Las personas también tenemos a veces querencias: a volver al pueblo, a frecuentar ciertos barrios, a los bares o a ciertos bares que nos gustan especialmente, a la playa o la montaña, al agua (si somos nadadores, o buceadores, o amantes de la náutica…), a viajar a ciertos países de los que nos enamoramos una vez…
  • Los perros y los gatos también muestran querencias a ciertos sitios de la casa para tumbarse a descansar o dormir. Eligen generalmente aquellos desde los que pueden controlar movimientos en el territorio: puertas, pasillos…
  • No sería adecuado hablar de que alguien que frecuenta bares tiene querencia al gin tónic, al dry martini, al whisky de malta, al tinto de Ribera del Duero o al Negroni. Las preferencias concretas no son querencias, aunque sean elecciones muy queridas. Conviene que haya un desplazamiento físico o intelectual para hablar de querencia.
  • Trump vivió un buen momento en las elecciones que finalmente ganó. Pero sus momentum estuvieron durante la campaña: sus victorias sorpresivas en los primeros caucus y primarias, o algunas noticias turbias sobre su rival… Es habitual que los candidatos vivan esos momentum en los procesos electorales americanos tras las primarias de New Hampshire o tras el supermartes, o después de algún debate televisivo. Bernie Sanders también tuvo su momentum cuando se acercó inesperadamente a Hillary Clinton a media campaña de las primarias demócratas tras encadenar algunas victorias parciales y ganar un debate.
  • Trump, ya presidente, vivió a su vez un momentum una vez zanjó el primer acuerdo con el líder de Corea del Norte, tras una previa escalada de amenazas recíprocas. El más cuestionado puede tener unos días en que sea visto como un estadista o un exitoso negociador por más que siga viéndosele como extravagante en sus modos.
  • Por supuesto, casi todos los políticos en liza viven momentos y momentum. Debates televisivos, errores de los adversarios, artículos comparativos en medios sobre las estrategias comunicativas seguidas, noticias de sucesos (asesinatos, secuestros, violaciones, incendios…) que activan respuestas sociales a favor de ciertas medidas… son factores que pueden derivar en ese momentum para un político o partido en campaña o precampaña.
  • Un escritor que consigue buenas ventas estará en un buen momento de su carrera, y eso puede alargarse mucho más. Hay buenos momentos cortos y otros más duraderos, pero los momentum son fulgurantes: solo darán jugo durante unos días como mucho. Para el escritor, puede ser un eco publicitario, el artículo laudatorio de un famoso, una foto robada a un personaje mediático leyendo la obra, la noticia de una venta de derechos para el cine, una noticia repentina que replica inesperadamente algo que se cuenta en la trama…

Lo dejo aquí. Habrá nuevas entradas para las modas y las tendencias, y también una acerca de lo antes prometido: la frontera entre axioma y paradigma, tan difícil de trazar.